sed de sangre

miércoles, 4 de agosto de 2010

los vastegas




Los vampiros han sido temidos durante mucho tiempo como rapaces monstruos de la noche: terribles fromas negras que brotan de la oscuridad para robar niños de sus cunas y recrearse con la sangre de los inocentes. Son también criaturas de letal belleza, inmensa pasión y sensualidad depredadora.
Cada vampiro es único y tiene fascinantes historias que contar, pero el rasgo más importante que comparten todos es su condenación. Más importante que cualquier linaje, clan, secta o causa es el hecho de que todos ellos son depredadores no-muertos. La lealtad y el deber quedan en segundo plano ante el ansia. Los vampiros son parásitos, sin excepción, malditos por el destino de tener que alimentarse de su especie originaria.

En respuesta a este entorno los vampiros han evolucionado hasta desar-rollar una compleja sociedad que existe fuera del alcance de los mortales que les rodean. Edad, clan, secta, sire, poder, influencia y muchos otros aspectos de la no-vida hacen de los Vástagos lo que son. Parte del ser de cualquier vampiro es su pertenencia a diversas castas que adornan la sociedad vampírica. Al crear y seguir divisiones entre ellos, no importa lo artificiales que sean, los Vástagos intentan escapar de la bestia que se oculta en su interior. Los vampiros no se ocultan solo de los mortales, sino también de sí mismos, pretendiendo no ser los horrores en los que se han convertido.

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