Los vampiros han sido temidos durante mucho tiempo como rapaces monstruos de la noche: terribles fromas negras que brotan de la oscuridad para robar niños de sus cunas y recrearse con la sangre de los inocentes. Son también criaturas de letal belleza, inmensa pasión y sensualidad depredadora.
Cada vampiro es único y tiene fascinantes historias que contar, pero el rasgo más importante que comparten todos es su condenación. Más importante que cualquier linaje, clan, secta o causa es el hecho de que todos ellos son depredadores no-muertos. La lealtad y el deber quedan en segundo plano ante el ansia. Los vampiros son parásitos, sin excepción, malditos por el destino de tener que alimentarse de su especie originaria.
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