sed de sangre

martes, 17 de noviembre de 2009

gatos y brujas

 Según la tradición Celta las brujas consideraban como sus mejores amigos a los gatos erizos, en especial a los de color negro, que utilizaban como su sirviente mensajero , y también se decía que era alguna persona transformada por un conjuro, doblegando su voluntad.



Durante la Edad Media nace la falsa creencia de considerar al gato negro como de mal agüero, por pensar que cumplían mandatos de las brujas y esto dio lugar a que los fanáticos sacrificaran a miles de estas bellas e inocentes criaturas. En otros continentes como el Africano los brujos de las tribus zulúes preferían a los gatos de color cobrizo en lugar de los negros.
La misma belleza del animal hizo que la diosa Bastet, símbolo de belleza y fecundidad, fuese representada con cabeza de gato.
Fue tal la adaptación del gato a la vida cotidiana de los egipcios, que su muerte era motivo de duelo familiar; Herodoto, en Los nueve libros de la Historia, manifiesta que los moradores de la casa se rapaban las cejas en señal de duelo. Tras su muerte, su cuerpo se embalsamaba y momificaba en locales sagrados, y en el lugar de su enterramiento se colocaba junto a ellos ratones embalsamados. En 1890 fueron halladas en la ciudad de Bubastis amplias necrópolis con más de 300.000 momias de gatos.


Por otra parte los Celtas creían que los ojos de los gatos representaban las puertas que conducían hacia el reino de las hadas.
Entre los galos, se castigaba la muerte de un gato con el equivalente de una oveja y su cordero, o a la cantidad de trigo necesaria para cubrir completamente el cadáver del gato suspendido por la cola, con el hocico tocando el 
suelo





 

El gato aparecía ligado al paganismo de la Edad Media a través del culto de la diosa Greya, diosa del amor y de la curación según la mitología nórdica. Esta diosa guardaba en su jardín las manzanas con las que se alimentaban los dioses del walhalla y en su iconografía aparecen dos gatos tirando del carro de la diosa y, como dice Julio Caro Baroja, una tergiversación de origen mítico es la de "confundir al animal que acompaña a un numen o divinidad con la divinidad misma". Por ello, el gato se convirtió en la base de las "purificaciones" de la Iglesia.
El aniquilamiento de los gatos fue de tal magnitud que cuando la peste negra azotó Europa en el siglo XIV, causando más de veinticinco millones de muertos, apenas sí quedaban ejemplares para luchar contra las ratas, principales propagadores de la enfermedad. Y sin ninguna duda, la plaga fue tan devastadora debido al desenfrenado exterminio de los gatos. La Iglesia alentó de tal forma la persecución de los gatos que llegó a convertirse en espectáculo la quema de estos pobres animalitos en las hogueras de la noche de San Juan.
En el siglo XIV, el Papa Clemente decidió acabar con la Orden de los Caballeros Templarios, acusándoles de homosexualidad y de adorar al demonio en forma de gato.

La historia de la brujería en el País Vasco relata un sin número de anécdotas sobre la transformación de las brujas y brujos en animales. Todas son de índole similar. En una de estas historias la protagonista, cansada de que un gato se bebiese la leche recién ordeñada todas las noches, esperó al animal y consiguió en su persecución herirle en una pata. Al sentirse herido el animal gritó como un ser humano. Al día siguiente una pobre vieja, considerada como bruja, amaneció herida en una pierna lo que acrecentó más aún esta creencia.


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tipos de brujaZ


La cultura popular nos enseña que hay dos tipos de Bruja, la Bruja buena y la Bruja mala. La Bruja buena practica la Magia Blanca y la Bruja mala practica la Magia Negra. Como vivimos en una sociedad dualística esta es una forma natural de pensar, negro y blanco, yin y yang, hombre y mujer, Este y Oeste. Pero esta forma de pensar es demasiado limitada con respecto a las Brujas.

Aquí hay algunos ejemplos de los tipos de Brujas y Brujos que encontrarás en tu camino.



La Bruja Blanca



Las Brujas Blancas no son necesariamente blancas de raza, pueden ser de cualquier raza. Son políticamente correctas a lo extremo. Están a la vanguardia de los derechos humanos, religiosos y paganos, y tienen los Web más informativos y amistosos del Internet. No cobran por sus hechizos o consultas, son activas en los festivales Paganos y pueden ser identificadas por amistad y fe en el ser humano. Se adhieren a la Rede en toda situación, nunca harían un hechizo de amor o de amarradura a otra persona y son una buena fuente de información sobre la Magia.

 

La Bruja Negra

 

Como la Bruja Blanca, la Negra puede ser de cualquier raza. Su característica más distinguible es su habilidad de encontrar males hechos en sus clientes por terceras personas, los cuales necesitan una gran cantidad de dinero para ser neutralizados. Te cobrarán por cualquier hechizo, y no tienen ningún inconveniente en embrujar a tu jefe para que se le caiga el pelo. La forma más fácil de encontrarlas es mirando tu revista esotérica local, ellas y ellos son los que avisan poder "traerlo de vuelta a tu lado", "hacer que te ame y no te abandone jamás." La adoración al Satán no es parte de la Magia Negra, ni de cualquier tipo de Magia, es una creencia Cristiana y por ello los que se dedican a esto no son considerados parte de la comunidad Pagana, no son Brujos






cosas de brujas


Un aquelarre (del euskera akelarre, "aker" = macho cabrío; "larre" = campo) es el lugar donde las brujas (sorgiñas en euskera) celebran sus reuniones y sus rituales. Aunque es palabra euekérica se ha asimilado en castellano y por extensión se refiere a cualquier reunión de brujas y brujos.
Historia
En estas celebraciones se solía venerar un macho cabrío negro al que se le ha asociado con el culto a Satán. Uno de los aquelarres más conocidos es el que se celebraba en la cueva de Zugarramurdi (Navarra) y de aquí es de donde le viene al ritual el nombre, del lugar donde se celebraba. Aquelarre es el nombre del campo que está delante de la mencionada cueva.





Desde un punto de vista anteopológico, los aquelarres son reminicencias de ritos paganos (ver Bacantes) que se celebraban de forma clandestina al no estar admitidos por las autoridades religiosas de la época.
Las diferentes vías de administración de sustancias alucinógenas no eran muy conocidas y su administración cuando una cantidad letal estaba muy cercana a la dosis de uso hacían muy peligroso administrarlas por vía oral.
Es por ello, que dichas sustancias se aplicaban siempre en forma de ungüento por vía vaginal o rectal, lo que podría haber dado origen a algunas leyendas sobre el carácter sexual de las reuniones de brujas o el uso de calderos para la preparación de pócimas, teoría falsa o que difiere de una más verídica (tratada hasta por los estudiantes de farmacia), que dice que como asemejamiento a esas sustancias alucinógenas aplicadas hasta en mucosa- de la vagina- con especie de "pincelitos" ha dado o dio origen a la cultura, ya internacionalizada, que reperesenta a las brujas con una palo entre las piernas, un palo... o bien, claro: una escoba . Por otro lado, muchos sapos son venenosos por contacto y su piel también es alucinógena. Es por ello que los sapos también forman parte de la imaginería vinculada al mundo de la brujería. Algo similar sucede con algunas setas venenosas, como la amanita muscaria, asociada en los cuentos infantiles al lugar donde viven los gnomos. Así pues la cultura popular e internacional de representar a las brujas con una escoba entre sus piernas tiene sus bases y origen lógico en Euskadi

lunes, 16 de noviembre de 2009

cuando mirez al cielo



        Las hadas  viven en nuestro corazón y de ahí nunca se marcharán. Para los que
no creen en las hadas, hoy les cuento esta historia, que ha ido pasando de generación en generación en mi familia hasta llegar a mí.




           Mi abuela me contó, que le contó su abuela, que hace muchos años había una
hermosa joven de cabello oscuro y largo, sonrisa radiante, manos suaves, ojos negros y grandes y su tez era morena, la hacían una de las muchachas más bonitas del pueblo.
           Como todos los días, ésta iba a recoger flores a la llanura que estaba cerca
de su pueblo, pero ese día no iba como siempre, no iba cantando y las lágrimas que salían de sus ojos bañaban su rostro de tristeza.
           La muchacha, Ailín se llamaba, estuvo varios días que no hacía sino llorar,
y en la llanura se sentaba en las raíces de n árbol para desahogarse y que nadie escuchara su pena.
           Un día estaba sentada en la sombra de aquel flamante árbol y vio pasar algo
volando delante de ella y pensando que era una hoja no le dio mayor importancia. Al rato un hada, pequeña pero linda, se le acercó y le dijo:
- ¿Por qué lloras, Ailín?
- A pesar de ser tan hermosa y de tener muchos pretendientes, aún no sé lo
que es amar, y mi corazón siente que solo late por seguir viviendo y no por
que alguien lo haga latir para tener dos latidos en un mismo cuerpo.
- Ailín, eres muy joven para conocer el sentido del amor, pero pronto te llegará y volverás a sonreír como antes lo hacías, volverás a entonar las dulces y tiernas canciones que desprendían tus labios, y te sentirás flotando y pensarás que vuelas pero es el amor lo que hace que te sientas así.
- Tú, siendo tan chiquita, ¿Cómo puedes conocer todo eso sobre el amor?
- Porque aunque me veas pequeña, yo ya tengo mis años. No me puedo quedar
más, tengo que irme, pero piensa que muy pronto estarás preparada para
conocer el amor.
             El hada desapareció. Aún con las palabras del hada Ailín se sentía
desgraciada, y no quería seguir viviendo, quería sentir lo más rápido posible lo que era el amor y que nunca la abandonara.
             Varios meses transcurrieron así. Ailín no era la de antes, ya no se cuidaba
el cabello, y ya no se veía tan hermosa como antes, pero lo que más apenaba
a la gente del pueblo era que sus ojos desprendían tristeza y se ponía a llorar en cada rincón que pudiera.
El hada se le aparecía todas las noches para darle consejos, pero aun así Ailín no recuperaba la sonrisa.
- ¿Cómo me sigues diciendo que mi amor va a llegar? Han pasado varios meses
y aun no ha pasado nada, mi corazón cada día esta mas débil y no sé cómo
combatir eso.
- Ailín, la paciencia es una virtud que todos debemos aprender, y tú eres una
de las personas más dulces, bellas, tiernas y amables que he conocido a lo
largo de mi vida, pero aún así te falta algo importante, saber aprender,
saber vivir, y sobretodo tener paciencia.
- No puedo tener paciencia cuando veo que mi rostro se marchita y mi belleza
queda en el olvido.
- No debes fijarte en la belleza del exterior, fíjate en la belleza del
interior que es la importante. Puedes ser un demonio con cara de ángel, o
puedes ser un ángel con cara de demonio, pero lo que tienes en el corazón
nadie te lo podrá quitar jamás.
           Dicho esto el hada se marchó una noche más, dejando a Ailín sola con su
pena.
           Al escuchar las últimas palabras del hada que la acompañaba cada noche, se
dio cuenta de que era muy hermosa, y que si su belleza quedaba en el olvido
era porque ella quería. Se levantó y se puso lo más hermosa que pudo, se
peinó el cabello, y volvió a esbozar una sonrisa, salió de su casa para
dar un paseo con la luz de la luna por testigo de que ella había vuelto, y
de que pronto sentiría el amor.
            El hada la vio salir de la casa y la siguió. No sabía a dónde se dirigía,
pero se pensó lo peor, y no quería que a Ailín le pasara nada malo, pues se
había encariñado mucho con ella, y le tenía mucho afecto.
           Ailín, se dirigió a la llanura, y se sentó donde se solía sentar a llorar,
pero esta vez no lloró, entonó una canción y su voz llegó hasta los oídos de
la gente del pueblo, que hipnotizados por la dulzura de la voz se quedaron
despiertos a oír ese dulce cantar.
           Después de largo rato cantando se sintió mejor, y se disponía a volver a su
casa, pero alguien habló de detrás de unos matorrales.
- No te vayas por favor, sigue cantando.
- ¿Quién eres? - Dijo Ailín acercándose al matorral.
- No te acerques por favor, no querrás verme, yo solo quiero que sigas
cantando, tu voz es tan dulce que no quiero parar de escucharla ¿Podrías
cantar otra canción para mi?
          Ailín estaba intrigada, pero aceptó la petición. Cantó otra canción, y cuando
terminó, quiso mirar detrás de del arbusto, pero allí no había nadie.
          Todas las noches iba para la llanura a cantar una canción, y siempre detrás
del arbusto le decían que cantara otra. Ella aceptaba.
          Un día, decidió hablar con esa persona que estaba detrás del arbusto y,
cuando le pidió otra canción, ella dijo.
- ¿Cómo te llamas?
- Steven.
- Steven, ¿Por qué nunca dejas que te vea?
- Te asustarías de mi rostro.
- ¿Por qué debo asustarme?
- Tuve un accidente, mi casa se incendió y ahora tengo el rostro desfigurado, pero no quiero hablar de ello, me gustaría que cantaras otra canción.
- Steven, todas las noche vengo aquí con la fe de poder verte, y ahora que
me has dicho los motivos de el por qué no quieres que te vea, más ganas me
dan de verte. No me asustaré, sólo quiero poder darte un beso, puesto que
eres el único chico con el que he estado tanto tiempo, y siento que mi
corazón late junto con el tuyo. No podría irme de aquí sin poder verte,
aunque solo sea una vez, aunque después no quieras que te vea más.
                Steven se quedó pensativo. No sabía qué hacer. Él la había amado desde el
momento en que la vio, pero su rostro, incluso él cuando se miraba en un
espejo se daba miedo, y no quería que nadie lo viera, por eso solo salía por
las noches, y cuando escuchó la voz de Ailín se quedo prendado, y cuando la
vio se enamoró.
               Steven se fue y no dejo que Ailín lo viera, y esa noche Ailín volvió a la tristeza.
El hada volvió, y hablando con Ailín se enteró de toda la historia.
- No puedes obligar a Steven a que lo veas. Él está dolido por cómo lo ha
tratado la gente desde el accidente. Debes entender su situación.
- ¿Tú lo conoces?
- Ailín, sí, lo conozco, y con él he hablado de ti, como voy a hacer ahora
contigo.
El hada le contó todo lo que sabía de Steven a Ailín, pero no le dijo como
podía encontrarlo, puesto que había sido petición de Steven que no se lo
dijera y ella se sentía en la obligación de no decírselo.
- Ya entiendo el amor, sé lo que se siente, y aunque sea correspondida no
puedo sentirme del todo completa porque no puedo tener la persona que amo a
mi lado.
- Ailín, tiempo al tiempo, aunque si quieres besarlo, sé una manera de que lo
puedas besar sin que lo veas.
            A la noche siguiente Ailín se puso a cantar como todas las noches, y Steven
apareció. Ailín le contó lo que le había dicho el hada, y Steven aceptó,
puesto que no había nada de malo en ello.
Ailín se tapó los ojos con un pañuelo que había traído.
- Ya puedes salir.
- ¿Seguro que no ves nada?
- Estoy segura, como no vengas me voy a caer.
           Steven salió de entre las sombras y su rostro se iluminó por la luna, a
pesar de las quemaduras en su rostro se veía que era un muchacho hermoso.
Abrazó a Ailín, y ésta se dejo llevar. Había prometido no quitarse la venda,
y lo agarró de la mano. Se dieron un largo y tendido beso, y cuando
terminaron, Steven le dijo:
- ¿Por qué te has enamorado de mí? No me has visto, nunca nos hemos tocado
pero aun así siento que tu corazón late al compás del mío.
- Steven, un hada me dijo una vez que no importa la belleza exterior, si no
la interior. No me hace falta verte para saber que eres una persona hermosa
por dentro y, si para poder besarte, tengo que hacer esto todas las noches lo
hago, porque mi amor es tan grande que ve mas allá de las vendas que tienen
la mayoría de la gente en los ojos. Yo veo en tu interior y sé que eres
hermoso.
- Ailín, puedes quitarte la venda, puedes verme si quieres.
- Dicho esto,
Ailín se quito la venda, pero no se asustó, tuvo una radiante sonrisa en los
labios y lo miró a los ojos.
- Eres muy hermoso, no quiero separarme de ti nunca.
Poco después Ailín y Steven se casaron, la gente del pueblo se sintió
avergonzada por cómo habían tratado a Steven y comprendieron que la belleza
está en el interior.
El hada los siguió visitando hasta que se enteraron de su muerte, pero ellos
la recuerdan, y le cuentan a sus nietos que un hada los ayudo a unirse.







cuentos y mas cuentos


EL JARDÍN DE LAS HADAS                 
Hace más de mil años atrás existió, en un gran bosque encantado, un pueblito en miniatura donde habitaban hadas y duendes juntos en armonía. El pueblito se llamaba “hongo verde”, y tal como indicaba su nombre, en el centro de la ciudad podía verse un gran hongo verde que daba vida a todas las criaturitas mágicas que ahí nacían, es decir, que si el hongo era destruido todos los moradores morirían.
Un día una tragedia los azotó. El hombre comenzó a destruir el bosque arrasando todo lo que podía tener vida y luego, después de muchos años de destrucción, el bosque desapareció por completo llevándose consigo toda la magia que un día pudo existir.
Pasaron los días, los meses y los años, y poco a poco una gran ciudad empezó a nacer en lo que alguna vez fue un gran bosque.
Mil años después, en un gran jardín de una bella casa, algo extraño comenzó a suceder en un rincón desolado y sin vida. Lo que nunca había podido florecer lo estaba haciendo y, lo que en un tiempo fue maleza y hierba mala, ahora era pasto tierno y verde rodeado de un colchón de violetas, todas tan perfectas que parecía que había magia. El rincón que alguna vez fue el más feo de ese jardín, de la noche a la mañana se había convertido en el más bello lugar. Sin embargo, un pequeño detalle intrigaba a los dueños de la casa: justo el día en que su hija Dalia descubrió aquel bello jardín en miniatura, una extraña mancha en forma de hada le salió en su brazo derecho. Pero eso no era todo, aún más intrigante resultaba el hecho de que todos descubrieran esa mancha justo después de que ella tocara el hongo verde en medio de toda la hermosura del jardincito.
Pese a las circunstancias los padres de Dalia decidieron que aquel hongo se iría para siempre en la mañana. Y esa noche, mientras todos dormían, la manchita de Dalia comenzó a brillar haciéndola despertar. Dalia miraba atónita la mancha en su brazo cuando, de repente, la mancha salió de su brazo para convertirse en una bella hada que no dejaba de mirar a la niña paralizada en su cama. Con una dulce voz, le dijo: “sígueme”. Dalia se paró rápidamente de su cama y, poniéndose los zapatos con prisa, salió tras el hada que volaba hasta el pequeño jardín. Dalia se detuvo al descubrir que, alrededor del hongo verde,miles de hadas volaban haciendo florecer bellas flores y cuidando las que ya estaban allí. Fue en eso que otra hada se le acercó a Dalia y le explicó que sus padres querían arrancar el hongo y, que si lo hacían, todas ellas morirían y ese rincón no volvería a florecer. Dalia les prometió que hablaría con sus padres y los convencería para que no lo hiciera, pues ella quería ese trozo de jardín para ella sola. Sus padres aceptaron y Dalia guardó en su corazón el secreto del jardín mágico toda su vida.



cUentos de hadaz

el hada de la frl flor 





Milisant era un hada niña; y como todas las niñas, sea de la especie que sea, era traviesa, curiosa, dulce y juguetona. Vivía en un bosque mágico que era frontera con el mundo de los sueños, en el colegio de hadas, puesto que estaba aprendiendo a tener todos los poderes de un hada adulta. Era hija de una ninfa del bosque y un elfo enano; y la reina de las hadas había dicho a sus padres que necesitaba niñas para su clan de hadas verdes, y allá fue Milisant... a convertirse en hada verde.


          Sólo que nuestra pequeña amiga no quería ser hada verde... Las hadas verdes son las encargadas de pintar de este color todos los árboles, las plantas, arbustos... que habitan en el bosque mágico. Ella quería ser un hada flor. Las hadas flor son aquéllas que, como las hadas verdes, se encargaban de dar color a todas las flores del bosque, pero con una ventaja: ellas podían utilizar infinidad de colores: rojo, rosa, blanco, azul, violeta, amarillo...
           Milisant llevaba una estación en la escuela de hadas. En la próxima primavera, que sería muy pronto, tendría que salir a ayudar a las hadas adultas a colorear de verde todo el bosque. Para ello tenían que agitar las alas que la reina le había impuesto y éstas derramaban un polvillo verde que pintaba las hojas. Pero estaba enfadada. No quería llevar el color verde. Quería ser como las otras, como las hadas flor, y por eso estaba siempre haciendo travesuras y siendo castigada por ello.



Por fin llegó la primavera. La reina de las hadas congregó a todas sus súbditas y nombró jefas de grupo para comenzar su trabajo de todos los años. A Milisant le tocó ir con el grupo de Jhone, que era el encargado de dar color a las hojas de los pequeños arbustos. Era el trabajo más sencillo y por ello se le encargaba a las principiantes.

Jhone, precavida no dejó que Milisant se apartara de su lado, pues sabía de las travesuras que era capaz nuestra chiquitina.

Transcurría el día con tranquilidad. Milisant se aburría mucho, todas las hojas eran iguales y Jhone no le dejaba moverse para nada. Al cabo de un rato, se acercó un grupo de hadas flor y su jefa de grupo, ésta se puso a charlar con Jhone sobre el trabajo. Milisant veía maravillada los colores de las hadas flor... y entonces se dio cuenta de una cosa: ¡No había ninguna hada flor que llevara el color verde! Por eso, se le ocurrió una idea. Poquito a poquito se fue metiendo entre el grupo de las otras sin que nadie se diera cuenta.


Jhone  y la otra hada terminaron de hablar y se despidieron. Ésta última se marchó junto con su grupo y Milisant, escondida entre ellas, también. Llegaron a un gran campo de flores y todas comenzaron a hacer su trabajo, y Milisant también. Empezó a teñir de verde las flores que más le gustaban. ¡Quedaban muy bonitas!.



De pronto la jefa del grupo flor la vio, y vio lo que estaba haciendo, y empezó a gritarle para que parara. Milisant, muy asustada se escondió en un capullo de rosa que antes había teñido de verde. Enseguida llegaron el resto de las hadas para ver el desastre y todas murmuraban reproches entre sí. De pronto, todo el mundo calló: era la reina Aldara, que llegaba a poner orden.

Durante un rato se quedó mirando la escena, después preguntó quien era responsable de aquel desaguisado. Jhone se adelantó cabizbaja y avergonzada y le contó toda la historia. Entonces la reina llamó a Milisant, le dijo que saliera de su escondrijo y le explicara porque había hecho aquello con las flores. Ella asustada, se lo contó todo, que se había dado cuenta de que las flores no era ninguna verde y por eso lo había hecho, porque ella quería ser un hada flor...





La reina sonrió y le dijo que tenía razón, eran muy bonitas y raras las flores verdes. Todos miraron asombradas como la reina se reía de la travesura de la pequeña en vez de ser castigada.



Así a partir de ese día, hubo un hada flor que teñía las flores de verde, y fue muy feliz, tanto, que llegó a amar el color verde.








FIN