Las hadas viven en nuestro corazón y de ahí nunca se marcharán. Para los que
no creen en las hadas, hoy les cuento esta historia, que ha ido pasando de generación en generación en mi familia hasta llegar a mí.
Mi abuela me contó, que le contó su abuela, que hace muchos años había una
hermosa joven de cabello oscuro y largo, sonrisa radiante, manos suaves, ojos negros y grandes y su tez era morena, la hacían una de las muchachas más bonitas del pueblo.
Como todos los días, ésta iba a recoger flores a la llanura que estaba cerca
de su pueblo, pero ese día no iba como siempre, no iba cantando y las lágrimas que salían de sus ojos bañaban su rostro de tristeza.
La muchacha, Ailín se llamaba, estuvo varios días que no hacía sino llorar,
y en la llanura se sentaba en las raíces de n árbol para desahogarse y que nadie escuchara su pena.
Un día estaba sentada en la sombra de aquel flamante árbol y vio pasar algo
volando delante de ella y pensando que era una hoja no le dio mayor importancia. Al rato un hada, pequeña pero linda, se le acercó y le dijo:
- ¿Por qué lloras, Ailín?
- A pesar de ser tan hermosa y de tener muchos pretendientes, aún no sé lo
que es amar, y mi corazón siente que solo late por seguir viviendo y no por
que alguien lo haga latir para tener dos latidos en un mismo cuerpo.
- Ailín, eres muy joven para conocer el sentido del amor, pero pronto te llegará y volverás a sonreír como antes lo hacías, volverás a entonar las dulces y tiernas canciones que desprendían tus labios, y te sentirás flotando y pensarás que vuelas pero es el amor lo que hace que te sientas así.
- Tú, siendo tan chiquita, ¿Cómo puedes conocer todo eso sobre el amor?
- Porque aunque me veas pequeña, yo ya tengo mis años. No me puedo quedar
más, tengo que irme, pero piensa que muy pronto estarás preparada para
conocer el amor.
El hada desapareció. Aún con las palabras del hada Ailín se sentía
desgraciada, y no quería seguir viviendo, quería sentir lo más rápido posible lo que era el amor y que nunca la abandonara.
Varios meses transcurrieron así. Ailín no era la de antes, ya no se cuidaba
el cabello, y ya no se veía tan hermosa como antes, pero lo que más apenaba
a la gente del pueblo era que sus ojos desprendían tristeza y se ponía a llorar en cada rincón que pudiera.
El hada se le aparecía todas las noches para darle consejos, pero aun así Ailín no recuperaba la sonrisa.
- ¿Cómo me sigues diciendo que mi amor va a llegar? Han pasado varios meses
y aun no ha pasado nada, mi corazón cada día esta mas débil y no sé cómo
combatir eso.
- Ailín, la paciencia es una virtud que todos debemos aprender, y tú eres una
de las personas más dulces, bellas, tiernas y amables que he conocido a lo
largo de mi vida, pero aún así te falta algo importante, saber aprender,
saber vivir, y sobretodo tener paciencia.
- No puedo tener paciencia cuando veo que mi rostro se marchita y mi belleza
queda en el olvido.
- No debes fijarte en la belleza del exterior, fíjate en la belleza del
interior que es la importante. Puedes ser un demonio con cara de ángel, o
puedes ser un ángel con cara de demonio, pero lo que tienes en el corazón
nadie te lo podrá quitar jamás.
Dicho esto el hada se marchó una noche más, dejando a Ailín sola con su
pena.
Al escuchar las últimas palabras del hada que la acompañaba cada noche, se
dio cuenta de que era muy hermosa, y que si su belleza quedaba en el olvido
era porque ella quería. Se levantó y se puso lo más hermosa que pudo, se
peinó el cabello, y volvió a esbozar una sonrisa, salió de su casa para
dar un paseo con la luz de la luna por testigo de que ella había vuelto, y
de que pronto sentiría el amor.
El hada la vio salir de la casa y la siguió. No sabía a dónde se dirigía,
pero se pensó lo peor, y no quería que a Ailín le pasara nada malo, pues se
había encariñado mucho con ella, y le tenía mucho afecto.
Ailín, se dirigió a la llanura, y se sentó donde se solía sentar a llorar,
pero esta vez no lloró, entonó una canción y su voz llegó hasta los oídos de
la gente del pueblo, que hipnotizados por la dulzura de la voz se quedaron
despiertos a oír ese dulce cantar.
Después de largo rato cantando se sintió mejor, y se disponía a volver a su
casa, pero alguien habló de detrás de unos matorrales.
- No te vayas por favor, sigue cantando.
- ¿Quién eres? - Dijo Ailín acercándose al matorral.
- No te acerques por favor, no querrás verme, yo solo quiero que sigas
cantando, tu voz es tan dulce que no quiero parar de escucharla ¿Podrías
cantar otra canción para mi?
Ailín estaba intrigada, pero aceptó la petición. Cantó otra canción, y cuando
terminó, quiso mirar detrás de del arbusto, pero allí no había nadie.
Todas las noches iba para la llanura a cantar una canción, y siempre detrás
del arbusto le decían que cantara otra. Ella aceptaba.
Un día, decidió hablar con esa persona que estaba detrás del arbusto y,
cuando le pidió otra canción, ella dijo.
- ¿Cómo te llamas?
- Steven.
- Steven, ¿Por qué nunca dejas que te vea?
- Te asustarías de mi rostro.
- ¿Por qué debo asustarme?
- Tuve un accidente, mi casa se incendió y ahora tengo el rostro desfigurado, pero no quiero hablar de ello, me gustaría que cantaras otra canción.
- Steven, todas las noche vengo aquí con la fe de poder verte, y ahora que
me has dicho los motivos de el por qué no quieres que te vea, más ganas me
dan de verte. No me asustaré, sólo quiero poder darte un beso, puesto que
eres el único chico con el que he estado tanto tiempo, y siento que mi
corazón late junto con el tuyo. No podría irme de aquí sin poder verte,
aunque solo sea una vez, aunque después no quieras que te vea más.
Steven se quedó pensativo. No sabía qué hacer. Él la había amado desde el
momento en que la vio, pero su rostro, incluso él cuando se miraba en un
espejo se daba miedo, y no quería que nadie lo viera, por eso solo salía por
las noches, y cuando escuchó la voz de Ailín se quedo prendado, y cuando la
vio se enamoró.
Steven se fue y no dejo que Ailín lo viera, y esa noche Ailín volvió a la tristeza.
El hada volvió, y hablando con Ailín se enteró de toda la historia.
- No puedes obligar a Steven a que lo veas. Él está dolido por cómo lo ha
tratado la gente desde el accidente. Debes entender su situación.
- ¿Tú lo conoces?
- Ailín, sí, lo conozco, y con él he hablado de ti, como voy a hacer ahora
contigo.
El hada le contó todo lo que sabía de Steven a Ailín, pero no le dijo como
podía encontrarlo, puesto que había sido petición de Steven que no se lo
dijera y ella se sentía en la obligación de no decírselo.
- Ya entiendo el amor, sé lo que se siente, y aunque sea correspondida no
puedo sentirme del todo completa porque no puedo tener la persona que amo a
mi lado.
- Ailín, tiempo al tiempo, aunque si quieres besarlo, sé una manera de que lo
puedas besar sin que lo veas.
A la noche siguiente Ailín se puso a cantar como todas las noches, y Steven
apareció. Ailín le contó lo que le había dicho el hada, y Steven aceptó,
puesto que no había nada de malo en ello.
Ailín se tapó los ojos con un pañuelo que había traído.
- Ya puedes salir.
- ¿Seguro que no ves nada?
- Estoy segura, como no vengas me voy a caer.
Steven salió de entre las sombras y su rostro se iluminó por la luna, a
pesar de las quemaduras en su rostro se veía que era un muchacho hermoso.
Abrazó a Ailín, y ésta se dejo llevar. Había prometido no quitarse la venda,
y lo agarró de la mano. Se dieron un largo y tendido beso, y cuando
terminaron, Steven le dijo:
- ¿Por qué te has enamorado de mí? No me has visto, nunca nos hemos tocado
pero aun así siento que tu corazón late al compás del mío.
- Steven, un hada me dijo una vez que no importa la belleza exterior, si no
la interior. No me hace falta verte para saber que eres una persona hermosa
por dentro y, si para poder besarte, tengo que hacer esto todas las noches lo
hago, porque mi amor es tan grande que ve mas allá de las vendas que tienen
la mayoría de la gente en los ojos. Yo veo en tu interior y sé que eres
hermoso.
- Ailín, puedes quitarte la venda, puedes verme si quieres.
- Dicho esto,
Ailín se quito la venda, pero no se asustó, tuvo una radiante sonrisa en los
labios y lo miró a los ojos.
- Eres muy hermoso, no quiero separarme de ti nunca.
Poco después Ailín y Steven se casaron, la gente del pueblo se sintió
avergonzada por cómo habían tratado a Steven y comprendieron que la belleza
está en el interior.
El hada los siguió visitando hasta que se enteraron de su muerte, pero ellos
la recuerdan, y le cuentan a sus nietos que un hada los ayudo a unirse.
CIELOS ME FACINO LA HISTORIA
ResponderEliminarFUE MUY LINDA
KIERO CREER EN LO MISMO
KIERO CREER K EXISTE EL AMOR
Y X ELLO LUCHARE TAMBIEN AUNK NO TENGA LA AYUDA DE UN SER TAN MAGICO COMO LO ES UNA HADA
me encanto la historia y es tan cierta pq hay personas q aunke sean feas tenen un corazon super bueno y eso es lo q tenemos q ver no la apariencia q tenga por fuera me gusto muxo la historia aunke lo del hada me dio pena xd un saludo
ResponderEliminara mi lo que mas me gusta de la historia es que no la escribio ella T_T el plagio es un delito lo sabes verdad?...........
ResponderEliminarY no sólo eso, sino que ahora y gracias a nuestra querida y amada SGAE te puede caer una pedazo de multa que te faltarían vidas para pagarla~
ResponderEliminar-otra amiga de la VERDADERA autora indignada por el plagio completo de ideas-
Lo más bonito de hacer algo es tener la conciencia de haberlo echo tu mismo y saber que todas esas palabras y sentimientos han provenido de tu mente y tu corazón, no de haberlo visto en una página y decir, pues nada oye, le cambio el autor... Chica los propios meritos son los que nos hacen ser quien somos y no los meritos de los demás
ResponderEliminarHola querida princesita, 1º decirte que me encanta tu bolg, ¿es todo plagiado o tienes algo que sea original tuyo?
ResponderEliminarTe he pillado con MI historia publicada en tu blog con tu nombre, si tuvieras un mínimo de decencia pondrías que no es tuya, pero como no la tienes no puedes pedir mucho.
Para los que quieran comprobar que esta historia es mía esta publicada en: http://www.elmundodelashadas.com/id69.htm
Ahí pone claramente Un Hada para recordar escrito POR Ruth Basto Trujillo y no frágil princesita, así que... sólo te digo que tengas un poco de decencia y hagas las cosas bien, a parte de que dejes de copiar el trabajo de otros, por que eso es de persona rastrera, me parece increíble que haya personas como tu en el mundo... por cierto no te dejaré en paz hasta que quites tu nombre de MI historia...
Ala con Dios.