sed de sangre

miércoles, 16 de diciembre de 2009

la sirena medusa

La historia de Andrea Zerbini y de su sirena Medusa es la historia de un charlatán trotamundos que se hacía pasar, entre otras cosas, por mago, y al que no le faltaba la iniciativa.
Durante un viaje Persia conoció a una joven de extraña belleza. Se enamoró de tal forma de aquella mujer que decidió llevarla con él cuando regresara a Italia.
Fue entonces cuando decidió sacarle partido a la belleza de la muchacha, cuyo encanto recordaba el mito de las cautivadoras sirenas. Su idea consistió en disponer, en un puesto ambulante de feria, un escenario marino en el que la mujer se exhibía, inmersa en una bañera, llevando un atavío que le envolvía las piernas y que hacía recordar la cola de las sirenas.
El carromato de la Sirena Medusa a su paso por las ferias de pueblos y ciudades despertaba siempre un gran alboroto, y la afluencia de público atraído por el hecho tan “extraordinario”, era siempre muy elevada.
Aunque desgraciadamente, un mal día la “sirena”, quizás a causa de una enfermedad tropical contraída años antes o por la constante forzada permanencia en el agua, enfermó y murió. La desgracia hundió en el desconsuelo al pobre Zerbini, que al mismo tiempo se quedó sin la mujer a la que amaba y sin la fuente de sus ingresos. Aunque no perdió el ánimo y maquinó un plan turbador.
Decidió embalsamar el cuerpo se su compañera dándole el aspecto de un anfibio y presentarlo al público dentro de un ataúd forrado de raso, como la momia de la Sirena Medusa.
Durante un tiempo, las cosas fueron bien y la afluencia del público atraído a la doble monstruosidad de la momia- sirena era aún mayor que antes. Pero si el “mago” Zerbini era tan bueno embaucando al prójimo, no lo era tanto como taxidermista.
Algunas de la sustancias usadas para conservar el cuerpo no estaban en condiciones de detener el proceso de descomposición. EL hedor nauseabundo que despedía el carromato cuando pasaba por las ferias obligó a las autoridades, que curiosamente hasta entonces habían ignorado el hecho aunque fuera de dominio público, a intervenir, arrestando y llevando ante la justicia al astuto impostor.


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